Cansado de los palos que va dandome la vida, principalmente en piernas, estómago, corazón y cabeza, quise buscar alguna forma para, aprender a soportarlos o impedir tantos golpes.
Casualidad o no allí estaba el cartel:
"Aprende a andar sin caer, si caes levantate y sigue tu camino".
Título inusualmente largo para un curso de autoayuda. Da igual. la cuestión es que allí que voy yo todo repeinado y bien limpio para hacer mi vida más llevadera.
Sólo seis alumnos, todos hombres. Delante nuestro una mujer. Psicóloga supongo, pero con aires de ama de casa sufrida.
El aula no era nada del otro mundo. Más bien no era nada. Una gran sala, sin pupitres ni sillas. Solo unas cuantas colchonetas por el suelo. Estos sistemas modernos de dar clases nunca los entenderé.
Habla nuestra profe:
- Sres. hoy aprenderan a caer. Para ello les ruego imiten cada uno de mis movimientos. Ante todo confien en mi.
Allá que voy yo. Como hizo ella me puse delante de una colchoneta. Di seis pasos hacia atrás. Cogí carrerilla y justo antes de pisar la colchoneta una especie de triple salto mortal hacia adelante que terminó con mi cuerpo, el de mis compañeros y el de la propia profesora más allá de la colchoneta y, como no podía ser de otra manera, dolorido y magullado por todas partes.
La primera persona en levantarse fue ella. Se levantó y, como si nada hubiera pasado nos miró uno por uno a los ojos para decir:
- Espero el curso les halla sido provechoso. Ahora si me disculpan mis hijos me esperan en casa, antes debo pasar por el banco para solucionar mi hipoteca y mi exmarido me llamará otra vez esta noche para repetir por octava vez que me quiere, que esta vez lo ve claro y será diferente, y que solo me ha amado a mi y que las otras no han sido nada para él.
Con toda la dignidad del mundo se dirigió a la salida mientras nos soltaba un:
- Adiós y suerte.
Curso completado.