viernes, 19 de agosto de 2011

Diccionario del amor



Platoneaba yo de amores cuando descubrí una leve mirada, casi furtiva. Venía de alguien conocido, bueno en este caso de alguien conocida. Repasando mi diccionario de amores, concretamente en la letra P, descubrí que allí estaba el suyo.
Debo aclarar que en la letra P figuran todos aquellos amores que nunca se vieron correspondidos y que, hábilmente, transformé en platónicos. Bonita forma de acortar duelos.
A lo que iba. Borrador y lápiz en mano pasé el nombre de dicha persona a la letra F de "futuribles" cercanos. Debería repasar más a menudo este diccionario, está algo desfasado. En fin, resulta que en la F figuraba alguien de quien hacía mucho tiempo no sabía nada. A cambiarla de sitio. La letra D era la suya, "desaparecida".
Vaya, qué desastre! ... En la D figura aún una chica que reencontré hace un par de meses y nos hemos visto varias veces desde entonces. La R de "reencuentro".
Pero ... cómo puede figurar aquí aún este nombre, en la R encuentro a mi querida amiga del bofetón. Dónde la pongo? ... en la P de "peligrosa" o en la I de "imposible"? ... Mejor en las dos.
No terminaré nunca. Tanto en la P como en la I figuran nombres fuera de su lugar.
Estaba por cerrar el "Diccionario de amoríos" cuando la curiosidad por el pasado me invitó a recorrer de la A  de "amor" a la Z de "zoquete". Tremendo, no eran muchos los nombres. Todos tenían un especial significado. Desde el primer amor, aquel que nunca se olvida, hasta el más dolido.
No creo que fuera un impulso, más bien fue poner las cosas en su sitio. La cuestión es que arranqué todas las hojas excepto una, la letra C.
Por que todos, todos los nombres estaban gravados en mi "corazón". No importa el tamaño de las letras de cada uno, ni las lágrimas vertidas, ni la intensidad del momento. Lo realmente importante es que todos engrandecieron y dieron sentido a mis sentimientos.

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